Ruteando por los Alpes.

Bueno, pues ya estamos de vuelta de los Alpes y aún no me creo lo que hemos vivido estos días pasados. Siete días, en los que solo piensas en dar pedales a saco, en remontar como sea esa rampa del 26 % de desnivel o en no darte la hostia padre en ese sendero trialero que estás disfrutando.... Ha sido un viaje impresionante en todos los sentidos, físicamente brutal, de paisajes maravillosos que han quedado grabados en nuestra memoria para siempre y de amistad sincera entre gentes muy diferentes, pero que comparten una pasión común, la bici de montaña.

Partimos desde la pequeña localidad de Oberau en Alemania, muy cerca de Garmisch-Partenkirchen, ciudad muy peculiar con sus casas decoradas con bonitas pinturas. Y tras poco más de 500 km de pedaleo y algún que otro pateo con la bici a cuestas, llegamos a la preciosa localidad Italiana de Riva di Garda, bañándonos en las tranquilas aguas de su majestuoso e inmenso lago de aguas color turquesa. Atrás quedan subidas agónicas y bajadas trepidantes por los parajes más bonitos que yo haya visto nunca, pasando de un país a otro sin mas aviso que un cartel maltrecho por el paso del tiempo. Alemania, Austria, Suiza e Italia se fueron sucediendo sin más obstáculo que los que la naturaleza nos quiso colocar en nuestro camino, ¡que no han sido pocos!, incluyendo una tormenta con fuerte aparato eléctrico y algo de granizo.

Aún con el cuerpo entumecido por las horas de avión empleadas para regresar a Tenerife, mi mente vuela ya libre, fantaseando en busca de nuevas aventuras a lomos de ese artilugio llamado, bicicleta de montaña.... ¡Esto puede llegar a ser enfermizo, jajaja!